El encuentro empezó timorato por ambos lados, el Madrid muy 'juntito' y el Barcelona sin saber a qué jugar. Los blaugranas tocaban y tocaban sin sentido alguno. Los hombres del centro del campo, Iniesta sobre todo, intentaban poner un poco de orden y sentido a las jugadas. Sin embargo, no fue su noche. Delante de ellos estaban dos 'colosos' para amargarles la existencia: Baptista y Diarrá. El malí jugó uno de sus mejores encuentros y 'la bestia' se reivindicó una vez más en su puesto. Con un trabajo inconmensurable de ambos y con una defensa extraordinariamente seria, el Real Madrid comenzó a imponer su ritmo sobre el campo, anestesiando por completo a los hombres de Rijkard. La defensa blanca rozó la perfección con un soberbio Pepe a la cabeza. Schuster planteó un partido de riesgo limitado y la apuesta resultó ganadora, aunque el empate tampoco hubiera sido despreciado a priori por el Madrid.
En el minuto 35 y tras una gran jugada colectiva, un golazo de Julio Baptista decidió un clásico vibrante, con más intensidad que fútbol, y en el que el Madrid, dominó casi de cabo a rabo. Como ya he dicho, sólo Andrés Iniesta hurgó en el perfecto entramado defensivo de los blancos, ante la desaparición de Ronaldinho (quién te ha visto y quién te ve), al que Rijkaard respetó la jerarquía, y la extraña ausencia de Etoo, siempre fiel a su cita con el gol ante los blancos. Así, el Madrid corta la racha triunfal del Barça en el Camp Nou y le regala siete puntos en la lucha por la Liga. Por lo que se vio en este partido, una diferencia que se ajusta a la realidad.
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